Imagen puramente ilustrativa, en representación de (tal vez) la primera vez que en las áreas verdes de alguna mil veces H institución académica, un vampiro probó un pastelillo achocolatado, de sabor herbal y textura pastosa. Y se sentó a enterarse de las fatalidades irreversibles del absurdismo

Imagen puramente ilustrativa, en representación de (tal vez) la primera vez que en las áreas verdes de alguna mil veces H institución académica, un vampiro probó un pastelillo achocolatado, de sabor herbal y textura pastosa. Y se sentó a enterarse de las fatalidades irreversibles del absurdismo

¡El vampiro ha muerto! Nosotros lo matamos.

El verdadero terror, colega, no es un sobresalto en la lluviosa madrugada. Tampoco se trata de la aparición en un espejo, o una misteriosa aleta navegando en un nebuloso lago. No.

El verdadero terror es la filosofía.

Francisco Carrillo Alfaro

I

— ¡Vladyslav! ¿No escuchas que te llaman? Tantos gritos seguramente te dejaron sordo.

— ¿Pero qué forma es esa de hablarle a una celebridad como yo, Jeff? ¡Estas nuevas generaciones poco respeto tienen por las leyendas!

            El silencio se apoderó de toda la sala de conferencias. No era común que alguien osara levantarle la voz a Vladyslav y menos en el día que se repartían posiciones. El Departamento Responsable de Espantos y Acciones Dantescas (DREAD) se encontraba en su IX Congreso del Terror donde, entre otras cosas, se asignarían los nuevos destinos de sus más abominables bestias. Mucho era el revuelo que levantaba tal evento, pues no pocas veces estos congresos eran el inicio de exitosas carreras, o el humillante fin de otras. ¡Cómo olvidar que, en el VII Congreso (allá por el siglo XIX usando el calendario humano gregoriano), Nessie se volvió la gran revelación, asustando a miles de ciudadanos escoceses tan solo con sacar su aleta de vez en vez! Desde luego, esto fue suficiente para que fuera incorporado al Hall Of Fame por su “enorme contribución al terror de los británicos”. Claro que Nessie caería pronto en el olvido, siendo desplazado magistralmente por el Fantasma Rojo que tuvo una esporádica participación en el VIII Congreso, sólo cien años después.

            La tensión era tanta que hasta el más legendario fenómeno parecía poder respirarla. No habían sido buenos años para el DREAD; los índices de productividad habían caído en más del 70% con respecto al último Congreso. La razón era simple: los nuevos no habían dado el ancho y muchos de los viejos se encontraban retirados, como el propio Nessie, quien estaba deprimido y ofendido tras observar la representación que los humanos hicieron de él en un programa de televisión para niños, por lo que decidió mantenerse en las profundidades de aguas escocesas, tal vez para siempre. El IX Congreso del Terror era, entonces, la oportunidad perfecta para revertir la tan vergonzosa situación que se vivía en el ámbito tenebroso mundial.

            Dentro de los partícipes, había una facción encabezada por el propio Vladyslav, quienes deseaban retomar el poder que les habían quitado con alevosía y que, de paso, había sido dado a las nuevas generaciones. El Presidente de la Asamblea, Mr. Aamon Leviatán, no sólo era consciente de ello, sino que era partidario de tal golpe de Estado. Por lo mismo, era el propio Mr. Aamon quien llamaba desesperado a Vladyslav a tomar el micrófono y arengar a sus partidarios. Para que el lector no pierda detalle de lo sucedido, decidí transcribir fragmentos del discurso de Vladyslav, mismos que expresó con una oratoria pulcrísima:

Discurso del Grandioso Vampiro Vladyslav, pronunciado ante el IX Congreso del Terror del Excelentísimo Departamento Responsable de Espantos y Acciones Dantescas (DREAD)

[FRAGMENTOS]

Despreciables colegas:

El terror, como sabemos desde que somos simples bachilleres, tiene múltiples acepciones. Para algunos puede significar la acción de asustar, mientras otros, los más puritanos, creen que es la disciplina encargada de provocar el miedo incontrolable, intenso e irracional. Para mí, sin embargo, el terror va más allá de cualquier disciplina. El terror es la experiencia sensible del miedo. Es el arte de causar vivencias traumáticas que afecten el devenir de la población asustada. Pero sobre todo, mis correligionarios, el terror es la principal y fundamental razón por la cual existimos. Y yo les pregunto, si no hemos de provocar terror ya, ¿qué sentido tiene nuestra existencia?

          […] El terror es todo lo anterior. Y aún con ello, un grupo de novatos infelices, que ven en el terror un atroz libertinaje, se han apoderado de nuestro gremio, volviéndonos una irrisoria masa de fenómenos que, lejos de aterrar, divierten. ¿Es eso lo que queremos, colegas? ¿Ser arlequines de los imbéciles humanos? Desconozco los presentes, pero yo, el legendario Vladyslav, terror de Rumanía y miembro del Hall of Fame desde el IV Congreso del Terror, prefiero recuperar la posición que merecemos. Por lo mismo, desde ahora desconozco las autoridades del DREAD que están en manos de Mr. Slender y Mr. Jeff, y suplico al magnánimo Mr. Aamon Leviatán que me nombre responsable interino del Departamento…

          […] y con el objetivo de demostrar que nuestra principal intención va más allá de la imposición y la dictadura, me ofrezco ante la asamblea para salir de mi retiro de ya varios congresos. Esto, para demostrar a las nuevas generaciones cómo se debe hacer el arte del terror. Dejo mi propuesta en el pleno, deseando sea tomada en cuenta por toda la comunidad. Aceptaré el lugar que se me asigne, pues nada es un fenómeno sin su sentido de compromiso y responsabilidad.

¡En nombre de lo Espantoso y lo Dantesco!

– Vladyslav, El Vampiro.

II

Entre aplausos y gritos de apoyo, Vladyslav bajaba orgulloso del estrado, como aquel que sabe que ha logrado su cometido. Fue felicitado por sus más allegados colegas y por  algunos monstruos de las nuevas generaciones, quienes le expresaron su reconocimiento. Tal fue el caso del propio Mr. Slender, que incluso le susurró estar de acuerdo con su polémica propuesta. El Congreso debatió la posibilidad de implementar el plan del Vampiro y, tras unas horas de bien justificados argumentos, Mr. Aamon dio su veredicto:

            — Por común acuerdo y por el bien del terror mundial, nombro a Vladyslav nuevo encargado provisional del Departamento.

            — Muchas gracias, Mr Aamon. Será desde luego la mejor decisión…

            — Aún no termino, Vladyslav. ¿Cómo osas interrumpirme mientras comunico mi decisión? La condición para que se ponga en marcha tu propuesta es aplicándola a cabalidad. Por lo mismo, se te asigna un nuevo escenario, para que le muestres a las nuevas generaciones cómo es que se debe aterrar.

            Los murmullos no se hicieron esperar. Hacía dos Congresos que Vladyslav se había retirado del terreno práctico, por lo que verlo en acción suponía aprender de una leyenda muriente. Un poco sorprendido, el Vampiro recuperó su templanza y se dirigió a la plenaria:

            — ¡Acepto orgulloso, Mr. Aamon! ¿Y cuál es este nuevo lugar al que habré de ir? ¿Acaso se trata de un cementerio abandonado? ¿Qué hay de un castillo? ¿Recuerda que fue precisamente en uno de ellos que me volví famoso en el IV Congreso? Aunque si me disculpa el atrevimiento, me parece que el entorno rural le vendría muy bien a mis estrategias.

            — Nada de eso, Vladyslav. Para que las nuevas olas de monstruos saquen el mejor provecho de tu enseñanza, decidí que tu magistral terror se dirija al ámbito escolar.

            — ¿Está usted seguro, Mr. Aamon?

            — ¡Como nunca en mi muerte! Prepara tus maletas, que tu próximo destino es la ochenta veces hache Facultad de Filosofía de la Universidad Equisyé. Para que exista constancia de tu labor, deberás entregar un informe al término de tu trabajo en este lugar.

            ¡La escuela! Poco sabía Vladyslav sobre el ambiente escolar. Siendo sincero, admitía que no era de sus especialidades, sin embargo, se sentía confiado ante lo que podía pasar. Sus colegas le habían comentado que la escuela era uno de los ambientes predilectos para difundir el terror pues, entre el estrés y la tristeza de la vida estudiantil, un simple estímulo bastaba para crear esas “experiencias sensibles del miedo” que Vladyslav había señalado en su discurso. Por si eso fuera poco, se había enterado de fenómenos emblemáticos del terror que obtuvieron reconocimiento en ambientes escolares. Numerosos fantasmas clásicos se habían dado a conocer entre los baños y las aulas de instituciones educativas. Hasta las nuevas generaciones habían tenido éxito, como fue el caso de María Sangrienta, quien apenas hacía algún esfuerzo cuando aparecía en los espejos de los baños escolares, siendo invocada por los propios humanos. Por fin, el momento de recuperar el terror en el mundo había llegado, todo gracias al Grandísimo Vladyslav.

            Los primeros días en la Facultad de Filosofía resultaron verdaderamente productivos para Vladyslav. Le sorprendió que no aparecieran estudiantes, pero se conformaba con el asustadizo personal administrativo del lugar. Todo resultaba a la perfección, pues el oxidado monstruo sólo tenía que aplicar una variante de la estrategia de María Sangrienta. En vez de dar la sorpresa en un espejo (cosa imposible para fenómenos de su tipo), Vladyslav sólo tenía que presentarse frente a su víctima, erguido y firme, con sus enormes colmillos y los ojos ensangrentados. De esta manera, los primeros días en la Universidad Equisyé fueron casi utópicos para el monstruo, pues no sólo provocaba traumas, sino también un colosal retraso administrativo en emisiones de actas y comprobantes de estudio.

            Un día, mientras descansaba de una extenuante jornada laboral, se enteró que los estudiantes no habían asistido a su plantel porque se encontraban en periodo vacacional, mismo que estaba por terminar. Emocionado, el Vampiro comenzó a estudiar todas sus estrategias, tanto las más clásicas como las que aprendió en el Curso de Actualización Práctico del VIII Congreso del Terror. Esperaba que los alumnos significaran un reto mayor que le hiciera poner en práctica todo su talento y sus métodos de espanto. Y así fue.

            Pasaron únicamente doce días entre la llegada de los estudiantes y la rendición de Vladyslav. El Vampiro tuvo constantes oportunidades frente a los alumnos e implementó cada una de sus estrategias, pero ninguna dio frutos. Peor aún, regresó con una fuerte depresión al DREAD, producto de lo que él mismo calificó como una “sobreexposición a asuntos y temas filosóficos”. Los pocos que todavía se encontraban en el Departamento lo miraron con incredulidad, pues Vladyslav nunca caminaba con la frente gacha, ni con las manos desguanzadas, ni mucho menos con ese aroma fuerte y enigmático que ahora emanaba de su capa.

            El Terror de Rumanía en el IV Congreso entró a la oficina de Mr. Aamon Leviatán, con sus dos manos ocupadas: en una, el informe de trabajo y, en la otra, su dimisión escrita del cargo de Responsable Interino del DREAD. Se sentó frente a su superior inmediato y, completamente abatido, comenzó su conversación con una disculpa:

            — Mr. Aamon, en primera instancia, le ofrezco mi más sincera disculpa por tomar con tanta arrogancia el micrófono en la plenaria pasada. Es verdad que debo respetar la diversidad de opiniones y, mucho más, la que viene de nuevas generaciones.

            — No comprendo su sentir, Vladyslav. ¿Qué fue lo que ocurrió en la ochenta veces hache Universidad Equisyé?

            — No lo entendería, Mr. Aamon. Las cosas que se dicen en ese lugar escalan a la comprensión de cualquier demonio viejo como yo o como usted, con todo respeto. En aquel ambiente vi cosas horridas, que ni siquiera estoy seguro que los mismos humanos entiendan.

            — ¿Y eso cómo afectó su labor? ¿Es que acaso no pudo aterrar a ninguno de esos mediocres?

            — Para ser sincero, no. Me encuentro en una gran incógnita. No sé si estos humanos no podrán aterrarse nunca más o, por el contrario, viven aterrados por la eternidad.

            — Deje de hablar tonterías y explíquese con claridad.

            —Eso intento, Mr. Aamon. Pero veo que no lo logro, por lo que, para no alargar más este asunto, he decidido presentar mi renuncia al puesto que ejercí estos días. Y todo lo que no pude explicar, viene en el informe que le entrego a continuación. Sin más que agregar, me voy al retiro, a mi viejo castillo producto de historias y experiencias. Gracias por la oportunidad y suerte en lo venidero, a usted, a Jeff y a Slender.

            En realidad, poco se sabe de la experiencia que tuvo Vladyslav en la Facultad de Filosofía. No existen testigos que parezcan tomarse en serio lo sucedido. De los estudiantes que se entrevistaron, todos manifestaron haberse encontrado con el “Vampiro de la Facultad”, pero ninguno mostró ni un ápice de señales de temor. Incluso, un par de estudiantes pusieron en duda su existencia, creyendo que se trataba de una construcción social creada por ellos mismos para explicar fenómenos como la tristeza, el estrés y los libreros que se caían todos los días acompañados de un grito de terror.

            La única fuente que se tiene para comprender lo acontecido es el propio informe de Vladyslav, que más que informe, parece un bosquejo de quejas y reflexiones anotadas con desesperación. Tal vez después exista más información, pero por lo pronto, se adjuntan fragmentos del informe:

* * *

“El verdadero terror”. Informe realizado por el legendario Vampiro Vladyslav y presentado ante la dirección del H.  Departamento Responsable de Espantos y Acciones Dantescas (DREAD)

[FRAGMENTOS]

A quien corresponda:

Durante el tiempo en el que tuve el honor de pertenecer a este Departamento, mi noción del terror proponía la experiencia sensible e irracional del miedo. Bajo esta perspectiva, coadyuvé en construir los mejores Congresos de Terror, mismos que no tienen ni tendrán comparación. Incluso recuerdo que, completamente embriagado en mis laureles, llegué a comentar que me retiraría del DREAD el día que una fuerza abominable me hiciera cuestionarme mi propio concepto del terror. Pues bien, con la humildad que nunca me caracterizó, reconozco que ese momento por fin ha llegado.

          No quiero decir con esto que mi definición se encuentra equivocada. Como bien sabemos, este tipo de nociones no cuentan con una conceptualización precisa e inclusive se podría relativizar el término. A lo que me refiero, es que el terror no es sólo experiencia y trauma. No. También tiene que ver con el sentido de la existencia misma. En otras palabras, cuando la experiencia sensible del miedo se vuelve racional y aterriza en una pavorosa incertidumbre, el terror adquiere una nueva dimensión. El auténtico terror es, entonces, contemplar tu existencia y la posibilidad de no existir. De no ser.

          Mi vivencia en la ochenta veces hache Facultad de Filosofía de la Universidad Equisyé me permitió comprender esta nueva dimensión. En un comienzo, mis estrategias funcionaban óptimamente, como en todas las demás ocasiones. Pero, al entrar en los procesos de enseñanza-aprendizaje, no pude sino contemplar mi propio fracaso para aterrar, al mismo tiempo que sentía como se transformaba de manera rotunda mi posición. En las siguientes doscientas veintitrés páginas, me dedicaré a explicar los ciento sesenta y ocho ejemplos de lo que pude contemplar.

          […] fue así como llegué a un lugar que los humanos de la Facultad conocían como “El Salón Revolucionario”. Ahí, me mostré atónito ante lo que mis ojos observaron. Era un espacio dedicado para admirar e inclusive idolatrar al Fantasma Rojo. Sí, aquel ente cuya interesantísima estrategia causó furor y pánico entre los británicos (e inclusive algunos estadounidenses) en la época cercana al VIII Congreso del Terror, ahora se encontraba firme en cada pared del “Salón Revolucionario”. Los humanos no sólo habían superado el trauma del Fantasma Rojo, sino que ahora lo tomaban de modelo y guía espiritual. Sin duda un fracaso rotundo y tardío para aquel espíritu maligno.

          […] y entonces, desesperado, puse en práctica mi estrategia conocida como “El Desfile de la Muerte”. En ella, creé una ilusión donde muchísimos muertos vivientes paseaban por los pasillos de la escuela, mostrando horridas caras y repugnantes gesticulaciones. Orgulloso, esperaba que la maniobra diera frutos y el grupo de estudiantes saliera corriendo, todos despavoridos hacia las calles. Mi sorpresa me asestó un golpe en la nuca, cuando me percaté de que los jóvenes observaban el pavoroso espectáculo con una templanza e impavidez que jamás había visto en tales situaciones.

          Mi error consistió en que escogí a los sujetos equivocados, pues apliqué “El Desfile de la Muerte” a un grupo de historiadores. Este gremio es, de entre las personas que asisten a la Facultad, quizá el más raro de su tipo. Estos especímenes no sólo no temen a los muertos, sino que los veneran, como si se tratara de un extrañísimo culto. Su afición a la muerte es tal, que son capaces de pelearse entre ellos con la intención de defender a su muerto favorito, otorgando argumentos supuestamente certeros, como si hubieran convivido con ellos en vida.

          […] Abatido por mis anteriores encuentros, me dirigía cabizbajo hacia mi polvoriento escondrijo. Ya ni siquiera me preocupaba por ocultarme de día, pues las quemaduras producto del Sol eran lo que menos me dolía, claramente superadas por el desdén con el que me trataban mis otrora víctimas. En ese momento, recibí mi puñalada final, como si se tratase de aquella popular estaca de madera atravesando la cavidad donde, se supondría, estaría mi corazón. Mis victimarios: un grupo de filósofos existencialistas. El lugar: cualquiera que suponga el informado. Mi sensación: por vez primera, un indescriptible terror.

          Los filósofos se hallaban reunidos en círculo, discutiendo acaloradamente la razón de ser. Poco tiene de necesario recrear el diálogo que sostuvieron estos enigmáticos personajes, así que lo resumiré en sencillas líneas. Mientras unos se comprometían fuertemente con su propia existencia por medio de lo que entendí como una “Fuerza Misteriosa Antítesis de Aamon Leviatán”,  otros lloraban, pues contemplar su próxima inexistencia era simplemente demasiada angustia para un solo cuerpo. Para un solo corazón.

          Los dos grupos se retaban una y otra vez mientras, apartado, un joven degustaba un sándwich de huevo, acompañado de leche con chocolate y café. Me pareció absurda esa combinación y, curiosamente, esa fue la palabra que utilizó para describir su pensar. “La existencia de todo ser — dijo sin fijarse en alguien particular — es simple y llanamente absurda. Pueden vivir con ello o ponerle fin, pero ninguna de las dos opciones cambiará la realidad”.

          […] En el discurso que ofrecí en la plenaria del IX Congreso del Terror, lancé una pregunta: “…si no hemos de provocar terror ya, ¿qué sentido tiene nuestra existencia?”. El día de hoy, reformulo mi interrogante: ¿qué sentido tiene aterrar para nuestra existencia? Y, peor aún, ¿cuál es propio sentido de nuestro ser, como bestias abominables? Monstruo que me lee, la realidad es que no tengo una respuesta para ello. Es por eso que me retiro de la dirección y del Departamento mismo. Quizá pronto vuelva con respuestas, o me sumerja en un inclemente mar de dudas. Sea cual sea, ese será mi propósito desde ahora.

          El verdadero terror, colega, no es un sobresalto en la lluviosa madrugada. Tampoco se trata de la aparición en un espejo, o una misteriosa aleta navegando en un nebuloso lago. No.

          El verdadero terror es la filosofía.

– Vladyslav, El Vampiro.

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