Alex y Alex

Nunca fui de compromisos.

La idea de los plazos largos me aterraba.

Cuando supe de Alex y Alex entendí que mi miedo no era al compromiso, los miedos despertaban por una voz que me gritaba, por el no poder sostener, pensar qué pasaría después sí o el qué pasaría después si no. Nada de esto es una justificación y es lo que pesa.

Cuando supe de Alex y Alex no tuve dudas, eran dos ejemplares hermosos y salvajes, en eso se parecían a mí. Lo pensé como una virtud, pero en el fondo sabía que en el futuro Mis Alex serían más bien una especie de penitencia: una parte de mí estaba dispuesta.

Quiero decir que, eran realmente especiales para mí. Imaginar el futuro fue un consuelo, pero solo cuando ellos ya se habían ido, cuando se fueron volando tan, tan lejos que ninguna fuerza natural o sobrenatural los pudiera traer de vuelta a este lado del mundo.

PARTE II

Cada noche les sueño y mi corazón solo desea que Alex y Alex estén viviendo en paz y sean felices. Porque yo me quedé aquí para que sus vidas no fueran duras y mi hogar no fuera una prisión, un lugar hostil en el que se vive porque no hay otra opción. Les dejé ir antes de que me dejaran porque a veces ese es el ciclo de las circunstancias.

No voy a mentir, a veces yo les lloro cuando pienso en lo que pudo haber sido. A cambio, he tenido la oportunidad de sufrir un poco menos cada vez; entonces cuando miro al cielo y está despejado y el sol brilla mucho yo busco desesperadamente porque puede que los aires que alguna vez se los llevaron, les traigan de regreso. Yo les quiero y también les lloro.

Los trópicos son el mejor hogar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *